Narciso Coll y Prat
De La Venciclopedia
Nacimiento | |
Fecha | 28 de 1734 |
Lugar | España |
Muerte | |
Fecha | 1822 (88 años) |
Lugar | Madrid, España |
Perfil | |
Profesión | Abogado, historiador, escritor |
Biografía
Estudió en Cervera, en aquel entonces sede de la Universidad de Cataluña, donde se graduó de doctor en ambos derechos y de la que fue nombrado profesor de leyes. Era erudito en historia y escritor, por lo cual fue nombrado en 1796 socio supernumerario de la Academia de Buenas Letras de Barcelona. Fue fiscal de la Curia Eclesiástica de Gerona y chantre mayor de su catedral.
Por sus méritos, virtudes y saber, fue preconizado para el arzobispado de Caracas, el pontífice Pío VII le expidió las bulas el 11 y 12 de enero de 1808; se le dio el pase al Consejo de Indias el 28 de marzo del mismo año; y el 10 de abril firmó el rey Fernando VII la real ejecutoria. La intervención de las tropas francesas en la Península impidió la salida inmediata del nuevo prelado hacia Caracas.
Enemigo acérrimo de Francia y de la corriente volteriana y enciclopedista de ese país, durante la invasión napoleónica fue miembro de la Junta de Defensa de Gerona, ciudad a cuya provincia pertenecía su pueblo natal. Las vicisitudes de la guerra y su puesto de responsabilidad en la defensa de la plaza fuerte de Gerona, retrasaron la partida hacia su diócesis, aunque estuvo en comunicación con el Cabildo Eclesiástico de Caracas. Al fin se decidió a salir de Gerona y el 24 de mayo de 1810 embarcó en Cádiz para dirigirse a Venezuela; hizo escala en Gran Canaria, donde el obispo Manuel Verdugo le consagró e impuso el palio en los días 11 y 14 de junio de ese año. Un mes después, el 15 de julio, llegaba a La Guaira, sin tener conocimiento alguno de los cambios que se habían producido en la capitanía general a partir del 19 de abril anterior.
Al desembarcar se encontró con una situación de hecho que no había previsto; pero decidió quedarse para cumplir sus deberes de pastor, dispuesto a defender a su Iglesia y a su rey. Permaneció en Venezuela ininterrumpidamente durante 6 años y medio, viviendo el período más agitado y terrible de la Guerra de Independencia: desde la Junta Conservadora de los Derechos de Fernando VII, hasta la llegada de la expedición pacificadora del general realista Pablo Morillo, pasando por la proclamación de la Independencia, a la que prestará juramento, la Primera República, la dictadura de Francisco de Miranda, la jefatura del realista Domingo de Monteverde, la Segunda República con Simón Bolívar, y el mando de José Tomás Boves y Salvador de Moxó. Acató a cuantas autoridades civiles se constituyeron, pero ante todas ellas, fuesen patriotas o realistas, alzó la voz para proteger la justicia y suavizar los horrores de la guerra.
Esta actitud le granjeó las simpatías y la gratitud del pueblo, pero fue causa de grandes dificultades con las autoridades del momento: los patriotas le reprochaban su innegable lealtad hacia la persona de Fernando VII, los realistas le echaban en cara que hubiese permanecido en su sede durante el período republicano y sus relaciones con los insurgentes.
Enrique Ortega, quien había venido en el séquito del arzobispo y tuvo que regresar a España al no ser aceptado por las autoridades como provisor, presentó a fines de 1812 un informe a la Regencia adverso a Coll y Prat, por no haberse puesto a la cabeza de una reacción española a su llegada a La Guaira. Una segunda acusación, mucho más fuerte, provenía del general Morillo. En carta dirigida al ministro de Ultramar, Ortega objetaba la conducta política del arzobispo y sus relaciones con Bolívar durante la Segunda República.
Llamado a España para responder por estas acusaciones, embarcó en La Guaira el 8 de diciembre de 1816. Al llegar a España fue obligado a permanecer en Sevilla, desde donde el 23 de junio de 1818 dirige al Rey un extenso y detallado Memorial sobre los acontecimientos acaecidos en Venezuela y su actuación durante este período. El original de este memorial se ha perdido, pero lo conocemos por la copia manuscrita que hizo su secretario, el caraqueño Tomás de Jesús Quintero. Ya antes había enviado una Memoria a la Regencia del Reino, fechada en Caracas el 25 de agosto de 1812, a raíz del triunfo de Monteverde, que refleja su opinión sobre la Primera República una vez desaparecida esta; y otro escrito dirigido al Ministerio de Gracia y Justicia el 25 de julio de 1814, del cual no se han encontrado original ni copias.
La exposición de Coll y Prat, encaminada a refutar las acusaciones de Ortega y Morillo, es hábil, convincente y razonada y debió mover a su favor el ánimo del Rey, tanto que se le permitió pasar a residir en Madrid, en cuya ciudad, por real orden de 13 de abril de 1821, obtuvo plena vindicación de su actuación en el Arzobispado y se le autorizó el regreso a su diócesis; pero las noticias llegadas a Madrid sobre la batalla de Carabobo y sus consecuencias le hicieron desistir por el momento del viaje.
A fines de ese año, el Rey lo presentó a la Santa Sede para ocupar la mitra de Palencia. Pío VII, en consistorio de abril de 1822, accede a la preconización; sin embargo, no llegó a tomar posesión de su nueva sede, pues falleció en vísperas de marchar a su diócesis. Su secretario Quintero mandó que le extrajesen el corazón y ordenó a los familiares del arzobispo que lo enviasen a Venezuela, lo que se realizó años más tarde; hoy se afirma que está enterrado en el presbiterio de la catedral de Caracas.
Fuentes
▪ Reixach Vila, Pedro. Coll y Prat, Narciso. Diccionario de Historia de Venezuela. 2da edición. Fundación Empresas Polar. Caracas. 1997. ISBN: 980-6397-37-I. OCLC: 633796151.
▪ Coll y Prat, Narciso. En: Memoriales sobre la independencia de Venezuela. Academia Nacional de la Historia. Caracas. 1960.