Expulsión de los judíos de Coro
De La Venciclopedia
La expulsión de los judíos de Coro se refiere a episodios en la etapa anterior y posterior a la Guerra Federal de Venezuela, en las que los habitantes judíos de Coro, estado Falcón, fueron expulsados a Curazao. Estos judíos habían emigrado a Coro desde esa isla en 1928, pero en el marco de la crisis económica anterior a la Guerra Federal, brotes xenofóbicos y de resentimiento contra los extranjeros llevaron a los habitantes de la ciudad a culpar a los comerciantes judíos de la crisis. Tras violentas protestas, la ciudadanía expulsó a toda la población judía (168 más 88 esclavos) de vuelta a Curazao en febrero de 1855. Esta fue la primera (y única) vez que un grupo de judíos ha sido expulsado de un territorio en América.
Historia
Los judíos habían emigrado a Coro a petición de la colonia holandesa en Curazao para que ayudaran a establecer y proteger el comercio entre la isla y tierra firme, y ya para 1831 los comerciantes de Coro protestaban el rápido avance de estos en la región. El gobierno nacional suprimió las protestas con medidas proteccionistas e impuso un impuesto exclusivo a los importadores y mercaderes judíos en 1832 al que llamaron «boleta de seguridad».(a)
Con anterioridad a la independencia, los sefarditas de Curazao tenían prohibido establecerse y comerciar con tierra firme, por lo que sus simpatías siempre fueron anti realistas. Por esta razón, la comunidad judía curazoleña apoyó a Simón Bolívar, quien en 1815 envió a sus hermanas, María Antonia y Juana, a casa del pudiente sefardita de la isla, Mordechay Ricardo.(1)
Tras la independencia, el artículo 218 de la Constitución del estado venezolano de 1830 permitió la inmigración de cualquier extranjero y les garantizó los mismos derechos que gozaban el resto de los venezolanos. Sin embargo, Coro había permanecido fiel a los realistas por gran parte de la guerra de independencia y muchos de sus pobladores eran eminentemente anti bolivarianos y conservadores. Esta situación, aunada a una cultura católica ortodoxa, atizó un ambiente de xenofobia en contra de los recién llegados, quienes aceptaron las condiciones que les imponían a regañadientes.(2)
Los comerciantes judíos se quejaron de la inconstitucionalidad de los impuestos, y en diciembre de 1835 el gobierno nacional cambió el régimen impositivo para que «todos los industriales sean o no venezolanos que por no ser vecinos de la provincia con residencia legal y suficiente, no estén en el caso de ser obligados a llevar cargas concejiles y demás públicas, pagarán por sus patentes respectivas el duplo de lo que por ellas se mande pagar en la presente resolución». Es decir, todos los extranjeros, incluyendo los venezolanos por naturalización ya que muchos judíos curazoleños se habían nacionalizado, debían pagar el doble del impuesto correspondiente a los nacidos en Venezuela.(3) A pesar de esto, los negocios siguieron prosperando y la hostilidad siguió creciendo en la población a medida que se deterioraba la situación económica en el país.
Alrededor de los años 1840, el gobierno y las bases militares de Coro comenzaron a pedir préstamos libres de impuestos a la comunidad judía como avances sobre sus futuros impuestos. Estos «préstamos» pronto se convirtieron en «contribuciones voluntarias» que no eran pagadas. Temeroso del crecimiento del poder de los militares en Coro, el gobierno en Caracas ordenó a los extranjeros de Coro a no pagar las «contribuciones» que se les pedían. Los judíos hicieron como se les pidió y el 30 de enero de 1855, las tropas de Coro fueron dadas de baja cuando el comando militar fue incapaz de pagar la nómina.
Al día siguiente, circuló un panfleto por la ciudad preguntándose si es que no había suficientes negocios en la ciudad para pagar por el comando militar. Otros panfletos eran amenazas directas contra los extranjeros, preguntándose si estos no temían lo que esta situación podía acarrear. Al menos uno de los panfletos (dirigido específicamente contra lo judíos) acusaba la distorsionada avaricia de los judíos ante la miseria y desesperanza del pueblo.
En el panfleto se alegaba que muchas hijas de Coro, antes modelos de virtud, habían sido prostituidas por los judíos, y se exhortaba a que estos abandonaran la ciudad. Dos noches más tarde, según el historiador Isidoro Aizenberg,(4) unos 30 hombres armados se apoderaron de las calles de Coro, disparando a las casas de los judíos, tumbando las puertas y saqueando las tiendas que pertenecían a ellos.
En vez de lograr el apoyo de los judíos nuevamente, los militares acabaron con la gallina de los huevos de oro. Los primeros judíos abandonaron Coro en la tarde del 5 de febrero y para el día 11, el último de ellos embarcó en una goleta enviada por el gobierno de Curazao para rescatar a sus ciudadanos.(5) En un panfleto circulado ese día en Coro, se informó a la población que con alegría vemos nuestra tierra libre de sus opresores...Los judíos han sido expulsados por el pueblo.
El gobierno de Curazao protestó fuertemente la expulsión porque dañaba el intercambio comercial con Venezuela, alegando los derechos que Venezuela debía a los extranjeros de acuerdo a los tratados de internacionales. Los holandeses pidieron compensación por las perdidas de los judíos y su retorno seguro a Coro, y pusieron en la Guaira una escuadra de buques de guerra para «negociar» los términos el 9 de febrero de 1856.(6) Caracas ignoró la petición alegando que si los judíos se consideraban perjudicados, debían demandar en una corte venezolana. Aunque posteriormente se tomaron acciones legales, la mayoría de los judíos nunca volvieron al país.(7)
Resolución
La lucha diplomática continuó por tres años, hasta que dos militares venezolanos confesaron haber escrito los panfletos incendiarios y anti-semíticos en 1855, pero tras invocar el derecho a la libertad de expresión fueron absueltos de todos los cargos. El 23 de marzo de 1956 se firmó un protocolo entre el gobierno de Venezuela, el cónsul holandés y el cónsul británico, Richard Bingham, que retiró el ultimátum presentado por Holanda y los navíos de guerra de aguas venezolanas. También estableció un periodo de tres meses para llegar a un arreglo entre Holanda y Venezuela, y de no suceder, llevar las negociaciones a La Haya.(8)
Finalmente, con el apoyo de los consulados de Inglaterra y Estados Unidos, se llegó a un acuerdo con el gobierno de Venezuela en agosto de 1857. El 6 de mayo de 1858 el gobierno aceptó pagar los daños y garantizar el retorno de los judíos exiliados de Coro, por lo que ese mismo día un nuevo panfleto circuló en Coro diciendo que, El pueblo de Coro no quiere a los judíos. Fuera, váyanse como perros; y si no se marchan pronto los zamuros van a disfrutar con su cuerpos. Igual, para finales de año la mayoría de los expulsados habían sido indemnizados o habían alcanzado algún tipo de trato.
Algunos judíos volvieron bajo la escolta del nuevo gobernador militar (menos que los que se fueron) y hoy día, el cementerio utilizado por los colonos es un Monumento Nacional desde marzo de 2004. Este es el cementerio judío más antiguo que aún está en uso en América del Sur.
En junio de 1902 hubo otra erupción de xenofobia en Coro, y los judíos buscaron asilo en Curazao, el cual fue otorgado por el gobernador de la isla J. O. de Jong van Beek en Doorn, quien envío el buque de guerra Koningin Regentesse a protegerlos. De regreso a Curazao trajo ochenta mujeres y niños a bordo. En julio de ese mismo año, el mismo barco fue enviado a La Vela de Coro por el resto de los judíos, y tan solo unos pocos se quedaron allí para proteger las propiedades de los exiliados.
Enlaces externos
▪ The Expelled Jews of Coro, Venezuela. Jewish Virtual Library.
Fuentes
▪ Aizenberg, Isidoro. La Comunidad judía de Coro, 1824-1900: una historia.. p. 49. Biblioteca de Autores y Temas Falconianos. Caracas. 1983. OCLC: 12645087.