Alonso de Ojeda
De La Venciclopedia
Nacimiento | |
Fecha | 1468 |
Lugar | Cuenca, España |
Muerte | |
Fecha | 1515 (47 años) |
Lugar | Santo Domingo, República Dominicana |
Perfil | |
Profesión | Navegante, gobernador, conquistador |
Biografía
Perteneció a una distinguida familia de la comarca de Onia. En su juventud estuvo al servicio como paje del duque de Medinaceli y fue protegido del obispo de Burgos y posteriormente Patriarca de las Indias Juan Rodríguez de Fonseca.
En 1493, gracias a Rodríguez de Fonseca, se embarcó con Cristóbal Colón en su segundo viaje a América, llegando a la isla de La Española. En enero de 1494, Colón le encargó que buscara algunos tripulantes extraviados en el territorio de la isla. Pudo adentrarse con sólo quince hombres en la región del Cibao, donde dominaba un aguerrido cacique caribe llamado Caonabó, que era requerido por el mismo Colón; Ojeda lo venció y apresó usando unos grilletes de oro y engañando al cacique haciéndole creer que eran prendas reales.
También participó en la Batalla de la Vega Real, en la que, bajo el mando de Ojeda, los españoles vencieron a los indígenas. Esta batalla habría enfrentado a un número de indígenas cifrado en diez mil por Fray Bartolomé de las Casas frente a tan solo alrededor de cuatrocientos españoles, si bien es muy posible que estas cifras hayan sido exageradas. Posteriormente, en 1496, regresó a España.
Primer viaje a Venezuela
De regreso a España, capituló con los Reyes Católicos sin permiso de Colón y zarpó en una expedición el 18 de mayo de 1499, en asociación con el piloto y cartógafo Juan de la Cosa y el navegante italiano Américo Vespucio. Cabe destacar que este fue el primero de la serie de "viajes menores" o "viajes andaluces" que se realizarían hacia el Nuevo Mundo.
Recorriendo el litoral occidental de África hasta Cabo Verde, tomó el mismo rumbo que realizó Colón un año antes en el tercer viaje, pero en dirección suroeste. Sin embargo, Vespucio decidió separarse de la flota y seguir su propio rumbo más al sur, hacia Brasil. La flota de Ojeda llegó a las bocas de los ríos Esequibo y Orinoco, así como al golfo de Paria, incluyendo las penínsulas de Paria y Araya, y a las islas de Trinidad y Margarita; posteriormente avistó Curazao, a la cual llamó isla de los Gigantes porque creyó haber observado allí a indígenas de gran estatura; luego recorrió Aruba y Coro y también visitó la isla de Los Frailes.
También recorrió la península de Paraguaná y se adentró en un golfo al que llamó Venezuela o Pequeña Venecia, debido a que había un poblado en el fondo del golfo cuyas casas estaban construidas con troncos sobre el agua, y se asemejaba a la ciudad de Venecia; aunque otra fuente indica que los propios indígenas ya llamaban al poblado Veniçuela. Asimismo, logró ver la entrada del lago Maracaibo, a la cual llamó San Bartolomé por haberla descubierto el 24 de agosto de 1499, día de San Bartolomé. También llegó a alcanzar el Cabo de la Vela en la península Guajira, al que llamó Coquibacoa.
Pocos días después, la expedición partió del cabo de la Vela a La Española con algunas perlas obtenidas en Paria, algo de oro y varios esclavos. La escasez de bienes y esclavos transportados resultó en un rendimiento económico escaso, pero la importancia de este viaje radica en que fue el primer recorrido detallado y total hecho por los españoles de las costas de Venezuela, debido al cual Ojeda goza del crédito de haber reconocido por vez primera toda la costa venezolana. La expedición dio también a Juan de la Cosa la oportunidad de trazar el primer mapa conocido de la actual Venezuela, además de ser el primer viaje que hizo Vespucio al Nuevo Mundo.
Sin embargo, cuando llegó la expedición a La Española el 5 de septiembre, fue mal recibida por seguidores de Colón quienes estaban enojados porque Ojeda no tenía derecho de explorar tierras descubiertas por Colón sin su autorización. Esto produjo reyertas y peleas entre ambos grupos, dejando algunos muertos y heridos; así tuvo que regresar a Cádiz con pocas riquezas, pero con muchos indígenas, en junio de 1500.
Segundo viaje a Venezuela
Ojeda decidió hacer una nueva exploración y capituló nuevamente con los reyes de España el 8 de junio de 1501. Se le nombró gobernador de Coquibacoa por los resultados obtenidos en el primer viaje, y se le otorgó el derecho de fundar una colonia en ese territorio, aunque se le dio el aviso de que no visitara Paria. En esta ocasión se asoció con los mercaderes sevillanos Juan de Vergara y García de Campos, los cuales pudieron fletar cuatro carabelas.
En enero de 1502, zarpó de España e hizo el mismo recorrido que en su primer viaje. En esta ocasión pasó de largo el golfo de Paria y llegó a isla Margarita, donde intentó obtener oro y perlas de los indígenas por varios métodos. Luego recorrió las costas venezolanas desde Curiana hasta la península de Paraguaná e intentó fundar el 3 de mayo de 1502 una colonia en la península de Guajira, exactamente en Bahía Honda, a la que llamó Santa Cruz y que se convirtió en el primer poblado español en territorio venezolano.
Sin embargo, dicha colonia no prosperó luego de tres meses de fundada, debido a que Ojeda y sus hombres comenzaron a atacar las poblaciones indígenas de los alrededores, causando una constante guerra con éstos que se sumó a los problemas personales del mismo Ojeda con sus hombres. Así, fue en aquel momento cuando sus socios De Vergara y De Campos hicieron apresar a Ojeda para hacerse con el poco botín recaudado y abandonaron el poblado junto con los colonos, encarcelándolo en La Española en mayo de 1502. Ojeda estuvo preso hasta 1504, cuando fue liberado por el obispo Rodríguez de Fonseca, mediante una apelación; sin embargo tuvo que pagar una indemnización costosa que lo dejó bastante pobre.
El resultado de este segundo viaje fue un fracaso ya que no se habían descubierto tierras nuevas y no se obtuvo un gran botín de parte de los exploradores, amasado en su mayoría por Vergara y Campos, sumado a que la colonia de Santa Cruz quedó abandonada y la gobernación de Coquibacoa fue abolida.
Viaje a Nueva Andalucía
Una vez conseguida la libertad, permaneció en La Española durante cuatro años sin mucho que hacer, hasta que en 1508 se enteró de que el Rey Fernando el Católico había llamado a concurso la gobernación y colonización de Tierra Firme, y que abarcaba las tierras entre el cabo Gracias a Dios (entre Honduras y Nicaragua) y el cabo de la Vela (en Venezuela). Juan de la Cosa fue a España y se presentó en representación de Ojeda, aunque también en dicho evento apareció Diego de Nicuesa, que rivalizaba con Ojeda por las tierras a colonizar. Como ambos candidatos poseían buena reputación y tenían simpatías en la Corte, la Corona prefirió dividir la región en dos gobernaciones: Veragua al oeste y Nueva Andalucía al este, con límites en el Golfo de Urabá; así Ojeda recibía la gobernación de Nueva Andalucía y Nicuesa recibía Veragua. Esta capitulación fue firmada el 6 de junio de 1508.
A Santo Domingo partieron los nuevos gobernadores para formar las flotas expedicionarias. Sin embargo, existía una disparidad entre la flota de ambos, destacando que De Nicuesa poseía grandes riquezas y más crédito de parte de las autoridades coloniales, y que pudo atraer a más de 800 hombres, muchos caballos, cinco carabelas y dos bergantines]]; en cambio, Ojeda sólo reunió algo más de 300 hombres, dos bergantines y dos barcos pequeños. Debido a las disputas acerca de qué lugar exacto en el golfo de Urabá sería el límite de ambas gobernaciones, el asistente de Ojeda, Juan de la Cosa, señaló que el límite exacto sería el río Atrato, que desembocaba en dicho golfo.
El 10 de noviembre de 1509 logró partir de Santo Domingo, unos días antes que De Nicuesa, poco después de nombrar Alcalde Mayor al bachiller Martín Fernández de Enciso, un acaudalado abogado que tenía órdenes de fletar una embarcación con más provisiones para ayudar a Ojeda cuando fundara una colonia en Nueva Andalucía. El nuevo gobernante, procurando evitarse problemas con los indígenas de su región, pidió que se redactara una extensa y curiosa proclamación en la que invitaba a los indígenas a someterse al Imperio Español, que de lo contrario iban a ser sometidos a la fuerza; dicha proclamación fue hecha por el escritor Juan López de Palacios Rubios y contó con la aprobación de las autoridades españolas.
Ojeda llegó a la bahía de Calamar, en la actual Cartagena (Colombia), ignorando las órdenes de su subalterno De la Cosa de no establecerse en la zona. Después de desembarcar se encontró con varios indígenas y envió a unos misioneros a que recitaran la extensa proclamación en voz alta junto con intérpretes que hablaban la lengua indígena. Sin embargo, los indígenas estaban bastante molestos por dicha proclamación, así que Ojeda mostró baratijas a los indígenas, y esto provocó que se enojaran y comenzaran a luchar contra los españoles. Combatió y venció a los indígenas de la costa; aprovechando esta ventaja decidió perseguir a algunos indígenas que se habían adentrado en la selva y llegó a la aldea de Turbaco: ahí sufrió la ira de los indígenas que tomaron desprevenidos a los españoles. En esta contraofensiva murió Juan de la Cosa, que sacrificó su vida para que Ojeda escapara, y murieron también casi todos los que le acompañaban. Ojeda tuvo que huir para salvarse con un solo hombre apenas y llegar ileso a la orilla del mar, en donde pudo ser rescatado por la flotilla estacionada en la bahía.
Poco después llegó la flota de De Nicuesa, quien, preocupado por la pérdida que había tenido Ojeda, le cedió armas y hombres, y luego lo acompañó, olvidándose de las diferencias entre ambos gobernadores, para vengarse contra los indígenas de Turbaco, los cuales fueron masacrados en su totalidad. De vuelta en la bahía de Calamar, De Nicuesa se separó de Ojeda en dirección mar adentro hacia el oeste rumbo a Veragua, mientras que Ojeda seguía recorriendo las costas de Nueva Andalucía hacia el suroeste, y llegaba al Golfo de Urabá, en cuyo litoral oeste fundó el poblado de San Sebastián de Buenavista de Urabá el 20 de enero de 1510.
No habían pasado muchos días cuando dentro del poblado crecía la escasez de alimentos, y se intensificaba el clima insalubre que afectaba a los colonos, además de la amenaza persistente de los indios urabaes, quienes atacaban a los españoles con flechas envenenadas, de las cuales el mismo gobernador quedó herido en una pierna. Ojeda decidió partir a Santo Domingo en el bergantín de un bandido pirata español llamado Bernardino de Talavera que huyó de La Española y que pasaba por el lugar. Debido a que habían pasado ocho meses y medio desde que partió de Santo Domingo y la ayuda del bachiller Fernández de Enciso no llegaba aún, encargó a Francisco Pizarro, un joven soldado en ese entonces, que protegiera el poblado y se mantuviera con los habitantes durante cincuenta días hasta que Ojeda regresara, pidiéndoles que de lo contrario volvieran a Santo Domingo. Ojeda jamás regresó al poblado y pasados los cincuenta días Pizarro decidió regresar en los dos bergantines junto con 70 colonos, pero poco después Fernández de Enciso junto con Vasco Núñez de Balboa socorrieron a los sobrevivientes; posteriormente, el poblado fue incendiado por los indígenas de la región.
Naufragio en Cuba
Tratando de buscar ayuda, Ojeda iba rumbo a Santo Domingo en el bergantín de Talavera con 70 hombres que lo acompañaban. Sin embargo, el pirata apresó a Ojeda y no lo quiso liberar, pero un fuerte huracán azotó la embarcación y Talavera buscó ayuda en Ojeda, que era también marinero. No obstante, la tormenta arrastró la nave y ésta naufragó en Jagua, Sancti Spiritus, al sur de Cuba. Así, Ojeda decidió ir con Talavera y sus hombres a recorrer la costa sur de la isla a pie, hasta punta Maisí, desde donde luego se trasladaría hasta La Española.
Sin embargo, tuvieron diversas dificultades en el camino y la mitad de los hombres murieron de hambre, las enfermedades y las penurias que tuvieron que vivir en la isla. Ojeda cargaba apenas una imagen de la Virgen María que llevaba consigo desde la primera vez que se embarcó a América en 1493 e hizo una promesa a ésta de que le dedicaría un templo que haría levantar en el primer poblado indígena que encontrara en su camino y que los recibiera con buenas intenciones.
Poco después, con una docena de hombres y el pirata Talavera, llegaron a la comarca de Cueybá, donde el cacique Cacicaná trató amablemente y cuidó a Ojeda y a los demás hombres, que a los pocos días se habían recuperado. Ojeda cumplió su promesa y levantó una pequeña ermita de la Virgen en el poblado, ermita que sería venerada por los aborígenes de la comarca. De ahí fue socorrido por Pánfilo de Narváez y fue a Jamaica, isla en la que Talavera fue apresado por piratería. Después llegó a La Española, donde muy exhausto se enteró que la ayuda de Fernández de Enciso había llegado a San Sebastián.
Ocaso y muerte
Tras el fracaso del viaje a Nueva Andalucía, Ojeda no volvió a dirigir ninguna otra expedición y renunció a su cargo de gobernador. Pasó los últimos cinco años de su vida en Santo Domingo donde vivió triste y deprimido. Luego se retiró al Monasterio de San Francisco, en donde murió poco después en 1515. Su última voluntad fue que lo sepultaran bajo la puerta mayor del monasterio, para que su tumba fuese pisada por todos los que llegaban a entrar a la iglesia, como pena por los errores que cometió en su vida.
La tumba de Ojeda desapareció del monasterio sin dejar rastro, debido a la guerra civil que sufrió la ciudad de Santo Domingo en 1965.
El escritor español Vicente Blasco Ibáñez en su novela El caballero de la Virgen (1929), relata póstumamente la vida del conquistador.