La Vela de Coro

La Vela de Coro es una población ubicada a 12 kms. de la ciudad de Coro. La Vela de Coro no tiene fecha fundacional sustentada en fuentes primarias, la fecha 23 de enero de 1528 no tiene soporte alguno en la investigación histórica. Su surgimiento como hecho urbano se dio de manera progresiva a lo largo de los siglos coloniales, en función de ser el puerto de la ciudad capital y su punto de comunicación natural con el resto de la América colonial.

Adquirió importancia a partir de la creación de la Capitanía General de Venezuela, llamándose Puerto Real de La Vela de Coro. El 3 de agosto de 1806 desembarcó en La Vela de Coro Francisco de Miranda, desde donde dirigió comunicaciones al Cabildo y Ayuntamiento de la ciudad de Coro, así como también al obispo de Mérida, pastor de la región coriana por ese entonces, quien se encontraba en Cumarebo. En su escrito al cabildo coriano, Miranda pedía evitar la resistencia inútil y concertar medidas para preservar la paz y evitar derramamiento de sangre.

Al obispo le pedía una entrevista amistosa con el objetivo de explicarle los principios y fundamentos de su movimiento y concertar medidas para guardar la paz y unión. El movimiento insurreccional de Francisco de Miranda no tuvo éxito, retirándose de las costas veleñas pocos días después. Durante el periodo guzmancista fue el puerto más importante para el estado Falcón; por él salían hacia las Antillas Holandesas y otros puntos del Caribe las mercancías que se producían en la región (pieles de chivo, café, dividive, entre otros), perdió importancia al llegar la economía mono exportadora de hidrocarburos, siendo desplazado por los puertos ubicados en el occidente de la península de Paraguaná, que tenían aguas más profundas y permitían el fondeo y atraque de barcos de gran calado para la industria petrolera. El 11 de diciembre de 1993, en la 17ava reunión del Comité de Patrimonio Mundial, realizada en Cartagena de Indias del 6 al 11 de diciembre, se incluyó al puerto de La Vela en la lista del Patrimonio Cultural de la Humanidad, por los valores vivos de su arquitectura de barro, que incluyen la herencia indígena del bahareque, la española de las plantas arquitectónicas y la influencia antillana en muchos elementos decorativos de las fachadas.